Johann Christian Friedrich Hölderlin (1770-1843) vivió una vida dramática marcada desde su infancia por la incurable nostalgia de la figura paterna (su padre murió cuando él tenía dos años) y la dependencia de una madre dominante con la que mantuvo toda su vida una relación de amor-odio; en su juventud, el amor imposible y las decepciones políticas terminan con una brusca crisis vital que inicia el descenso del poeta a los infiernos: alejamiento de sus amigos, incomprensión, enfermedad y encierro en sí mismo. Hölderlin, en el umbral del Romanticismo, no pleitea, no se rebela. Pero su grandeza y genialidad le llevan a persistir en la creación de una obra decisiva, a pesar de todos los obstáculos, hasta que su salud se quiebre ante el exceso de sufrimiento.