Muchos tuvieron que salir de sus pueblos empujados por el golpe de estado y la guerra civil. Muchos eran luchadores republicanos, otros tan sólo seres humanos arrastrados por la barbarie. Todos atravesaron los Pirineos con la esperanza de regresar pronto. Nadie esperaba que Francia, paraíso de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, les hacinara en aquellos campos de refugiados insalubres e inhumanos. Tampoco esperaban que Francia cayera tan pronto, ni que las autoridades de Vichy les pusieran en manos alemanas. Pero lo que nunca hubieran imaginado aquellos hombres, aquellas mujeres, ancianos, niños, aquellos españoles era terminar sus días con una inyección letal en el siniestro castillo de Hartheim, tiroteados en Ebensee, gaseados en Gusen, despeñados en la cantera Wienergraven De su hogar en España al crematorio de Mauthausen.