Como maravilloso libro que es, habla de cosas tan maravillosas como Italia, cítricos, viajes, historia, comida, recetas sin ser específico de nada de ello, a todo evoca.

En “El País donde Florece el Limonero” Helena Atlee nos ofrece mucho más que un libro de viajes, mucho más que una recopilación de recetas y mucho más que un tratado sobre la historia de Italia y sus cítricos. Es mucho más que todo eso. Es un libro profundamente evocador, que logra que podamos acariciar con el corazón los paisajes de La Toscana o de La Puglia, de Cerdeña o Sicilia o del resto de las bellísimas regiones italianas. A través de sus letras Helena nos enseña a apreciar el valor de aquello que la tierra nos regala y que aparentemente no tiene nada de especial, eso que tantas veces nos han intentado transmitir nuestros mayores y que tan necesario es que escuchemos. Pero el viaje que a lo largo de la historia han tenido que recorrer estos frutos para llegar a nuestras mesas es todo menos sencillo: Venidos de tierras lejanas, fueron objetivo de los extravagantes caprichos de los nobles italianos del Renacimiento, que creaban mediante injertos y experimentos las más bizarras formas en estos frutos. Más adelante, cuando se descubrió el inmenso potencial de los cítricos para curar el escorbuto que diezmaba a los marineros del mundo entero, hubo quién se aprovechó de ello especulando con los precios y controlando los cultivos. De ahí nació la mafia siciliana, lo que todos conocemos como La Cosa Nostra. De una “simple” naranja. Después de leer este libro, tengo unas inmensas ganas de conocer hasta el último rincón de Italia y descubrir sus sabores, sus olores y sobre todo sus fiestas y sus gentes. Muy, muy recomendable.