A modo de crónica, nos encontramos ante el periplo de la familia Zuckmayer, que con la llegada de Hitler al poder fue expatriada de Alemania y Austria, y tras pasar por Suiza emigró finalmente a América en 1939. En el libro se describen los siete años que pasaron en tierras estadounidenses.
Como el título del libro ya nos sugiere, uno de los aspectos que más llama la atención es el cambio radical de vida que comportó para ellos el exilio. Empezando absolutamente de cero, un matrimonio que en Europa se movía en un ambiente eminentemente intelectual –Carl Zuckmayer era un exitoso dramaturgo– acabó montando una granja solitaria en el pueblo de Barnard, en el estado de Vermont.
Escrito de manera ordenada, cada capítulo se centra en un tema concreto, probablemente según la importancia que este tuviera para la autora en su día a día. En ese sentido hay muchas páginas dedicadas a los animales, leemos sobre los cuidados de gallinas, patos y gansos, a la vez que somos testigos de la invasión de las ratas, o la excelente labor del USDA –departamento de agricultura– asesorando a los granjeros. No menos interesante es leer sobre las condiciones climáticas extremas del invierno, en que quedaban aislados a menos de cuarenta y cinco grados bajo cero, o la excursión que implicaba la visita a la Biblioteca y la historia y funcionamiento de la misma. Uno de los capítulos que más me ha gustado es el que versa sobre el teléfono y el curioso sistema colectivo de compartir línea con otros usuarios. Lo cierto es que el contenido que abarca el libro es mucho más amplio, sin perder interés en ningún momento.
A pesar de que los imponderables y contingencias por los que pasaron los Zuckmayer fueron muchos, la autora es objetiva y natural en su narración; no es muy expresiva en cuanto a sentimientos ni se autocompadece, al contrario, transmite una filosofía de vida positiva, de disfrutar lo que se tiene en cada momento; de hecho se mantiene un tono de humor en anécdotas y situaciones descritas a lo largo de las páginas que hacen la lectura muy amena.
Tampoco sería justo decir que todo fueron dificultades, al contrario, se destacan también aspectos positivos que les sorprendieron del país y de sus gentes. La parte final, que tiene un tono algo más melancólico, describe el retorno a Europa y lo que se encontraron a su vuelta.
En conjunto es una lectura sencilla, interesante y entretenida; un testimonio autobiográfico que he disfrutado mucho y que me parece muy recomendable.