Veinte años después de haber ganado con este poemario el premio Adonais, Ana Merino vuelve a encontrarse con el libro que le abrió el camino a la poesía. Ahora echa de menos la bondad ingenua de estos versos que casi había olvidado, pero también reconoce en ellos la espontánea sinceridad de una mujer que jugaba con las palabras para inventarse otro mundo que la protegiera de la realidad. Este nuevo viaje editorial cuenta con la compañía del pintor Félix de la Concha, que ha ilustrado los poemas para ofrecer otra lectura paralela y ayudar a la autora a reconciliarse con la nostalgia.