Una noche, la policía encuentra el cadáver de un hombre de unos cincuenta años que ha sido brutalmente asesinado en el oeste de Londres. Se trata de Charlie Staniland, un alcohólico que lo ha perdido todo, desde su mujer e hija hasta su propia dignidad. Un detective (sin nombre) del Departamento de Muertes Inexplicadas de Scotland Yard se encargará de encontrar a los asesinos y de que paguen un precio muy alto por la muerte de Charlie. Basándose solo en unas cintas que ha grabado el difunto y algunos escritos, el detective alcanza una identificación vital insólita con la víctima, que parece reclamar no solo justicia, sino también comprensión, y se verá obligado a sumergirse en un submundo atroz y violento para acabar casi hundiéndose. La vida de Staniland se convierte en una auténtica obsesión y no parará hasta ver a los culpables entre rejas.