Conseguí engancharme un poquito por la página trescientos y pico. La amargura, la decepción y la vida desdichada de Blanca Perea me ha resultado un auténtico aburrimiento, con descripciones exageradas que daban ganas de saltarse el párrafo entero. Sin embargo, los personajes de Daniel Carter, Andrés Fontana y su historia me han gustado mucho más. Con minuciosos detalles de las calles de Madrid, la universidad, las alusiones a la filosofía hispánica con las que en cierta manera me he sentido identificada. Los dichos populares, expresiones y refranes castizos de nuestra España que a muchos nos gusta leer en la novelas y sacarnos una sonrisa. Con el final de la novela, María Dueñas ha sido también meticulosa y ha sabido acabarla, sin dar carpetazo y sin prisa, algo que a otros autores les falta. Pero eso no convierte la novela en brillante, ni mucho menos. No está para nada a la altura de "El tiempo entre costuras".
hace 9 años