Somos los únicos responsables de nuestras decisiones y de los resultados de estas; sin embargo, aceptar la realidad es más difícil si deciden por nosotros. Y Fátima sabe que, frente a las elecciones de otros, sólo cabe resignarse y, en último término, huir. En su marcha aprenderá que al partir se muere por dentro y que el extranjero es la patria de la soledad. Aprenderá que regresar no significa renacer, porque aunque todo permanezca en su sitio, nada será como antes del viaje. Najat El Hachmi construye una novela extraordinaria dando voz a Fátima, una emigrante rifeña en Cataluña. A lo largo de su narración, en Fátima aflora la nostalgia por la aldea natal, las costumbres y la casa familiar, así como el miedo al desarraigo propio y al de su hija. Con los apellidos anhelo y temor en su pasaporte, lo dejó todo como los millones de emigrantes que, por unos u otros motivos, parten sin conocer su destino ni si podrán regresar. Fátima no es Fátima, es un pequeño universo de esperanza y un gran mar de tragedia. Es ella y a la vez es todo aquel que deja su tierra. Como los hijos de emigrantes nacidos en España o como los llegados siendo niños, Najat El Hachmi (Beni Sidel, Marruecos, 1979) está llamada a renovar nuestro panorama literario -si es que no lo ha hecho ya-, sus temas y personajes. En este caso, gracias a Fátima y a su historia, aportando una visión femenina de los que abandonan su hogar y obligando al lector a replanterase la cuestión de la emigración. (Jorge Trujillo, 29 de octubre de 2018).
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