Durante la Ilustración y su crisis la Semana Santa de Sevilla tornó su antigua gravedad católica, transformándola en el gran espectáculo religioso de la burguesía sevillana. Para ello, Sevilla la incluyó en esos nuevos tiempos como parte indisoluble de ella misma, como una fiesta diferente que, al fin y al cabo, debía su transformación a la ciudad y las gentes que la celebraban, capaces de darle la vuelta a todo lo que habían sido para adaptarse al compás de los nuevos tiempos. Contra lo que se pudiera pensar, fue entonces cuando se originó el diluvio que cambió todo lo que hasta el momento se entendía por las cofradías; pero también el que ofreció los mecanismos para que ese conjunto saliera adelante tal y como hoy lo conocemos.