El libro llega a desesperar, pero no todos los libros han de ser igual de entretenidos o bonitos. Desespera, como desespera un proceso de desintoxicación. Lo intentas, lo intentas y lo vuelves a intentar. Me ha encantado también la contraposición entre la gran ciudad industrial (Berlín) y la tranquilidad del pueblo, en el que Christiane vive en su infancia feliz y a donde se ve forzada a volver para dejar de lado todo lo que le lleva a consumir. Todos necesitamos un pueblo. Finalmente, es triste conocer que la historia de la protagonista no termina del todo bien, ya que sigue siendo drogadicta. Muestra la realidad de la drogadicción.
hace 5 años