Todo parecía posible en México a finales de los años cuarenta, recuerda Carlos, el narrador y protagonista de esta novela: el presidente inauguraba obras públicas a diario, avanzaba la industrialización, se incorporaban palabras inglesas y el mundo antiguo parecía quedarse atrás ante el impulso modernizador. Y a la salida de la escuela las diferencias se dirimían en las batallas de la pandilla en uno de los desiertos del barrio, donde jugaban a la guerra de Oriente Próximo. Ninguna experiencia, sin embargo, fue tan intensa para el niño que estaba a punto de convertirse en adolescente como el enamoramiento puro y arrebatado que vivió en cuanto conoció a la madre de su amigo Jim. La historia de esa iniciación amorosa, de su deseo imposible e incurable, que ahora reconstruye Carlos, es también la historia de la reacción de la sociedad adulta de aquellos años. Y en todos los comportamientos que acompañaron su primera adolescencia, el Carlos adulto descubre ahora las grietas y las fracturas de un mundo que encerraba en sí mismo una descomposición anunciada.