«Pertenezco a la tribu más grande del mundo. La más numerosa, la más heterogénea, la de mayor alcance territorial. Somos hombres y mujeres, blancos y negros, rubios y morenos, altos y bajos, gordos y flacos, listos y tontos, analfabetos y doctores en filosofía, heteros y gays; somos nacionalistas, comunistas, fascistas, ecologistas, de derechas, de izquierdas o indecisos flotantes; somos cristianos y judíos, musulmanes y budistas, hindúes y ateos, o los que no tenemos ni idea de qué pensar del más allá; poblamos todos los continentes, todos los climas, todas las posibles geografías. De China a Chad, de Tierra del Fuego a Timbuktú, de Reikyavik a Riad, de Vladivostok a Valencia: busca en un bar, en un autobús, en una choza, en la playa, en un puestito callejero donde venden churros o rollitos de primavera o empanadas o hot dogs o blinis o tacos al pastor y en cualquier rincón de la tierra donde se te ocurra mirar nos encontrarás. A diferencia de todas las demás tribus —o religiones o nacionalidades o ideologías o lo que las quieras llamar— no tenemos enemigos. Y no los tenemos porque no exigimos condiciones para entrar, ni peajes para pagar. Todos somos bienvenidos, todos reconocemos alegremente nuestra identidad y nada nos da más placer que hablar sobre lo que nos une. Somos los dueños del gran tema de conversación mundial, el fútbol.»