Sicilia: un pedazo de tierra rodeada de mar, un lugar donde abundan la naturaleza, la miseria y los deseos inconfesables. Allí, en un pequeño pueblo, Vito y Giuseppina cultivan un amor que no tiene nombre. Todo empezó cuando aún eran niños y jugaban juntos, pero ahora la chiquilla ya tiene quince años y cuando anda por la calle al lado de la abuela, su cuerpo muestra curvas y pliegues que la han convertido en la princesa pobre de la isla. La muchacha entra en casa, se acerca al fogón para remover la salsa, y la mirada atenta de Vito, su hermano, la sigue. Ese juego, hecho de escapadas y caricias a escondidas, ya tiene el gusto del amor compartido entre un hombre y una mujer, pero nadie puede ni debe saber. Vito y Giuseppina: dos hermanos obligados a alejarse mientras su isla es ocupada por las tropas fascistas en los años cuarenta del siglo pasado y arrecian las bombas; dos vidas dispuestas a todo para seguir con una aventura que parece un delirio y es un pecado a ojos del común de los mortales, pero ya se sabe que Sicilia es tierra fértil, las buenas historias crecen aquí como si las hubiera plantado un dios o un diablo con ganas de burlarse de los humanos, y el talento de Alejandro Parisi estaba ahí para escuchar y escribir.