En Sí lo sé, no vengo, Ascensión Corrales Martínez nos adentra por el mundo de la espiritualidad. Pero también de las emociones que sentimos a lo largo de la vida, que todos compartimos en algún momento de nuestra existencia y en las que el lector se verá reflejado y comprendido bajo la batuta de esta escritora, que pone palabras a los sentimientos. Todo un universo de sensaciones por descubrir nos espera en este libro, que se compone de relatos, breves historias contadas en cien palabras y también poesía. En Si lo sé, no vengo, como en toda su obra, Ascensión dirige una mirada serena hacia los lugares y las cosas que han formado parte del elenco principal de su existencia, o sea, todo lo que conforma su propia mitología. No es fácil encasillar la diversidad de la autora, y aunque ella diga «que casi todo está hecho y no hay más que ordenarlo», la literatura es ajena al físico, en la que el tiempo deteriora a uno y enriquece a otra. Su obra literaria palpita ante la vida y maneja sus estructuras dirigiendo la ilusión y la esperanza por caminos racionales, mostrándonos el llanto o la risa como parte intrínseca de nuestra existencia. «La sombra de mi cuerpo iba siempre delante, pegada al suelo, larga, muy larga, como mi esperanza». «Pórtate bien, caballo, sobre ti cabalga un semidiós llamado hombre, sin límites, enajenado por el poder». «Mi bolígrafo es el báculo de madera de olivo que estrené un Domingo de Ramos; él me abrió paso y me hizo libre». «Pertenecíamos a una estirpe de valientes curtidos por la guerra, con madurez temprana».