Pasar a limpio, nos dice Oscar Tusquets, no es reescribir ni redibujar, es convertir las cuatro frases o el croquis que sólo tienen sentido para su autor en algo comprensible para los demás y, así, compartirlo. Aprendimos a valorar las afueras de las ciudades estadounidenses gracias a que Hopper las «pasó a limpio», y a contemplar la belleza de la Gran Vía madrileña gracias a los siete años que Antonio López dedicó a observarla y recrearla sobre el lienzo. También es posible pasar a limpio los pensamientos, y esto es lo que hace el diseñador, pintor y arquitecto barcelonés en este personalísimo libro: plantea algunas de las ideas que lo han acompañado durante una buena parte de su vida, deja constancia de los interrogantes que persisten al cabo de los años e incluso admite con franqueza sus filias y sus fobias.