En mi opinión, estamos ante una magnífica novela de crecimiento ambientada en el mundo rural americano de mediados del siglo XX, en los inicios de la Segunda Guerra Mundial. El narrador de la misma recuerda fragmentos de su infancia en una granja en las montañas de Carolina del Norte. Jess, de diez años, que vive con sus padres y abuela, describe el día a día en la granja, su entorno familiar, y recrea aquellos acontecimientos que, desde su mirada aún inocente y llena de expectativas, le marcaron especialmente.
Aunque en conjunto es una gran novela, cada capítulo se podría leer como relato independiente. En ellos cobran protagonismo algunos personajes singulares que visitan la granja, a cuál más fascinante. El joven que llega para vivir y trabajar con ellos y que se convertirá en una especie de “hermano mayor”, tíos y tías con costumbres estrafalarias (no parece muy normal dormir en un ataúd o no haberse cortado nunca la barba)… son algunos de los protagonistas de estas páginas.
No deja de sorprender cómo, en ciertos momentos, se produce una especie de incursión en el realismo mágico, con cierta dosis de fantasía donde la imaginación vuela libremente.
Además de lo que se cuenta, destaca también el cómo se cuenta. En este caso se aúnan una trama y personajes entrañables, con escenas a veces muy divertidas y otras que transmiten melancolía, pero todo ello muy bien escrito y con una prosa bella y lírica que la hacen conmovedora.
Lo único en lo que discrepo es en la traducción del título, “I am one of you forever”. Prefiero literalmente “Soy uno de vosotros para siempre”, que la versión elegida. Pero esto no tiene que ver con la obra en sí.
Me ha gustado mucho y me es imposible no recomendarla. Me parece una auténtica delicia, una lectura muy amena, entrañable y vitalista, de esas que te reconcilian con la vida.