Madame Edwarda es la imagen misma de la mujer transgresora, de esa mujer que, proviniendo de lo que concebimos como el Mal, pasa a ser Dios por su omnipotente poder de disponer de su vida, de su sexo y de su muerte. El hombre que la sigue, cautivado, presa de un miedo atávico, encuentra en ella la total realización del Deseo. El muerto, publicado póstumamente en 1967, está compuesto de veintiocho escenas breves que narran las últimas horas de una mujer cuyo amante acaba de morir en sus brazos. Ese coito interruptus la precipita en un vertiginoso dédalo de vivencias eróticas en las que ella misma va al encuentro de su amante, en la muerte…