Tras su enlace en Las Vegas con Gabriel, el famoso cantante de rock que vive en Estados Unidos, Silvia es ahora una mujer casada, aunque viva a diez mil kilómetros de su marido y le una a él una simple relación de amistad. Cree estar preparada para regresar a su antigua vida y trabajo, pero Álvaro, su expareja y jefe de departamento, no le pondrá nada fácil las cosas, así que Silvia acabará aceptando la propuesta del cantante para trasladarse a Los Ángeles y trabajar para él como su asistente personal. Al comienzo, la convivencia entre la pareja es atípica, ya que a pesar de estar casados, no mantienen relaciones íntimas por el miedo de ambos a que el sexo estropee su amistad, pero el roce hace el cariño y al final la pasión explotará entre ellos, ¡y de qué manera! Y cuando parece que están viviendo en un cuento de hadas permanente, Gabriel tendrá una recaída con las drogas y hará que el mundo de Silvia se tambalee mientras que él desciende hasta el mismísimo infierno. A pesar de ser una historia erótica, en esta novela hay un alto componente dramático que tiene su origen en la grave enfermedad que padece Gabriel: su adicción al alcohol y a las drogas. A pesar de la dureza de esa parte, me ha gustado mucho cómo la autora narra el progresivo declive de Gabriel, desde sus primeros síntomas, hasta que toca fondo por completo. La historia de amor entre Silvia y Gabriel me ha dejado un sabor de boca un tanto agridulce. Hay un momento de la novela en la que pactan ciertas reglas que me han hecho sentir incómoda; entiendo que cada uno es libre de establecer sus propios límites en una relación, pero la línea roja que yo le marcaría a mi pareja está muy lejos de la que Gabriel o Silvia señalan en su universo y por ese motivo me ha costado digerir muchas de las cosas que transcurren en esta historia. En esta entrega he sido testigo de la redención de Álvaro, un personaje que se ganó mi antipatía en la primera y que en esta otra, muestra su lado más sensible. Con Silvia no he llegado a empatizar en ningún momento. Creo que se aprovecha lo que sienten Álvaro y Gabriel por ella para usarlo cuando le interesa que, básicamente, se resumen en los momentos en que está hundida anímicamente, y no entiendo que a Gabriel le perdone muchas cosas y que con Álvaro sea tan dura. Aunque la historia de Silvia se basa en un triángulo amoroso, creo que es bastante evidente cuál de los dos personajes resultará ganador en esa contienda. La sensación al finalizar la saga ha sido un tanto extraña: reconozco y valoro el mérito de la autora al escribir una historia tan desgarradora y arriesgada, pero por otra parte, me ha pesado mucho el sufrimiento que he padecido con algunas de las cosas que suceden en ella.
hace 1 año