Matteo Strukul logra cerrar esta tetralogía de Los Médici de manera inigualable: poética, delicada, detallada, intensa, impactante, inesperada. Esta última parte de su saga el autor enfoca la atención en María de Médici, reina consorte de Francia, esposa del rey Enrique IV de Francia y madre del Rey Luis XIII de Francia. Una mujer, en cierta forma, despreciada por los franceses por sus orígenes florentinos, quien por sobre todos los medios y las circunstancias deja transparentar los sentimientos que alberga su corazón, tanto hacia su esposo, sus hijos, y sus más cercanos: Leonora y Concino. Un ejemplo de una mujer que es capaz de hacer todo lo que sea posible por aquellos a quienes quiere y ama, y también para asegurar su posición en el reino de Francia. Una historia llena de intrigas, traiciones, política, intereses personales en medio de la aristocracia francesa, que sigue teniendo su tinte de influencia mecena, en la que el lector desea seguir leyendo sin detenerse y sin que la historia acabe.

La cuarta entrega de la saga de los Médici está protagonizada por María de Medici, primero reina consorte de Francia y, luego, regente del trono en nombre de su hijo Luis. La novela nos relata los episodios más relevantes de la vida de Maria, y la gran cantidad de problemas que tuvo que ir superando. Segunda esposa del Rey, que se casó con ella por la gran dote que aportaba a la corona, desconfianza del Rey y la corte por su condición de extranjera, las aventuras extramatrimoniales de Enrique con cinco hijos de tres amantes diferentes, la regencia, las dos guerras con su hijo Luis XIII, la traición de su pupilo el famosísimo Cardenal Richelieu. Pero también relata la consecución de sus grandes sueños como la construcción del Palacio de Luxemburgo y la colección de retratos de Rubens A pesar que algunos hechos podrían formar parte de cualquier novela de aventuras, la mayoría ellos son verídicos. En resumen una obra entretenida que nos detalla la vida y milagros de la última gran personalidad de la familia Medici.