Desde muy antiguo los pueblos germánicos acostumbraron a celebrar en verso sus míticos orígenes y las hazañas de sus héroes. Ya nos dice Tácito que en su tiempo cantaban la victoria de Arminio contra los romanos. No es extraño que al invadir estos pueblos el imperio extendieran el hábito de componer y el gusto de oír relatos épicos a otras regiones, y que andando los tiempos Inglaterra, Francia y España fueran a tener epopeyas en sus propios idiomas.