Azaña demuestra su gran cultura y su gran conocimiento de la España de la época.
hace 2 añosLa velada en Benicarló es un resumen del pensamiento político de Azaña: en ella Azaña mantendrá los postulados indeclinables (pese al fracaso de la República) que forman las bases de su concepción moral de la política, los principios de que parte en sus actuaciones de gobierno, las ideas que alumbran su actitud intelectual: su concepto de la política como algo “razonable”, su idea del Estado como motor de la reforma civilizadora, su devoción constante a la libertad, etc. Ante el fracaso, Azaña reflexiona sobre sus liberales principios y la realidad que los niega; pese al choque entre idea y sociedad mantendrá aquella, porque la sigue considerando como “verdad” moral de carácter universal, que no pierde su vigencia aunque en un momento histórico, en una determinada sociedad (en su caso la española de 1936) fracase eventualmente. Pese a sus humanas limitaciones, a sus errores o a su irremediable subjetivismo, La velada en Benicarló puede considerarse como uno de los mejores libros de Azaña, una de las obras más importantes del pensamiento político español de los últimos tiempos, el mejor documento quizá sobre la República y también un inapreciable testimonio sobre nuestra guerra civil. LA VELADA cumple así dos importantes objetivos: por un lado, su valor es inmenso para que las generaciones actuales comprendan mejor la guerra y la República, y, por otro, refleja de modo meridiano la real dimensión de Manuel Azaña; el hombre de razón, el liberal insobornable que ni en los momentos más duros de su vida perdió su amor a España y a la libertad.
Azaña demuestra su gran cultura y su gran conocimiento de la España de la época.
hace 2 añosLe pintaron como la bestia que desayunaba rebanadas de cura untadas en manteca de monja, como el ogro que avivaba el fuego de su chimenea con imágenes de santos y de vírgenes....nada más lejos de la realidad. Su cultura e inteligencia eran un insulto para muchos, no solo para los militares rebeldes, y motivos más que suficientes para el linchamiento público. Sus labios tumefactos, su cuerpo abotargado y su cara llena de verrugas daban forma a un ser poco agraciado, objetivo fácil del detractor cateto que pretende hacer daño mofándose del físico. Manuel Azaña (Alcalá de Henares, 1880 - Montauban, 1940), miembro de la generación del 14, premio Nacional de Literatura (1926), fue uno de los escritores e intelectuales más destacados del siglo XX. En LA VELADA EN BENICARLÓ no busca expiar sus pecados políticos -él era consciente de que había cometido más de un error- ni ajustar cuentas con sus rivales. Los personajes de su obra, trasuntos del propio Azaña y de otros líderes, dialogan sobre las causas de la guerra y la agonía de la República, se lamentan de la historia, la idiosincrasia y la sangre españolas, tan propensas a la ebullición, tan excesivas en todas sus manifestaciones. Llama la atención el carácter premonitorio de las reflexiones de algunos de ellos porque, como se comprobó después, España iba a necesitar más de cincuenta años para recuperarse, y porque, aunque no querían verlo, Francia e Inglaterra se convertirían en las siguientes víctimas de los totalitarismos. La edición de Reino de Cordelia es una de las más actuales, y viene acompañada de ilustraciones de Luis Bagaría (1882-1940) y abundante material fotográfico. Si el lector no tiene ciertos conocimientos previos acerca de la República y la guerra civil (1936-39) puede despistarse, pero a fin de cuentas, La velada es una obra de ficción, no un libro de historia.
hace 9 años