El hombre sigue asociado de manera prioritaria a los roles públicos e «instrumentales» la mujer a los roles privados, estéticos y afectivos. Lejos de obrar una ruptura absoluta con el pasado histórico, la dinámica democrática, insuficiente, lo recicla sin cesar. Según Lipovetsky, el analista más sagaz de las nuevas sensibilidades contemporáneas, la «tercera mujer» permite una salida del «segundo sexo»: tal es la polémica tesis central de este ensayo.