«Todos creemos conocer a los que amamos. Pero lo que amamos resulta ser una mala traducción, hecha por nosotros mismos, de un idioma que apenas dominamos.» Pearlie Cook inicia el relato de su vida con una sinuosa y devastadora exploración del misterio que encierra toda relación íntima. Estamos en 1953, y la joven Pearlie vive en San Francisco, en una apartada y neblinosa zona residencial junto al océano. Allí, cuida celosamente de su hijo y de su apuesto marido, Holland, de salud delicada desde que volvió de la guerra. Para protegerlo de sobresaltos innecesarios, Pearlie suaviza el sonido de los timbres de la puerta y el teléfono, y elimina del periódico las noticias desagradables. La vida familiar transcurre con placidez y armonía hasta que, una mañana, un desconocido aparece en la puerta de su casa, y todo cambia. El relato de Pearlie, reflexivo y sutil, sobrio y pausado, cobra creciente intensidad con inesperadas y sorprendentes revelaciones —sobre sí misma, sobre su marido, sobre su pasado— que mantendrán en vilo al lector hasta el desenlace.