Gaturro no cabía en sí de felicidad: Ágatha lo había citado porque tenía que decirle algo muuuuy importante. ¿Acaso le declararía su amor? Lo único extraño era el lugar de encuentro: el cementerio… y a la medianoche. ¡Pobre Gaturro! No sabía lo que le esperaba. Porque en realidad Ágatha, Alelí y María José querían gastarle una broma: iban a asustarlo invocando espectros de gatos muertos. Pero al hacer la pócima, algo salió mal y quienes despertaron fueron los muertos. Y ya se sabe: un muerto-vivo es un zombi. ¡¡¡Zombis!!! Seres horribles y hediondos, que pronto llenaron el cementerio. Y para peor, Alelí y María José quedaron también convertidas… ¿Y Ágatha y Gaturro? ¿Pasarían ellos también a formar parte del ejército de zombis o serían capaces de salvar a sus hermanas?