Es increíble que una novela tan corta sea capaz de condensar tantas emociones, buscando los límites de la condición humana, confrontando:
-la inmensidad inabarcable del mar contra la inmensidad "inmóvil" de la tierra (otra prisión),
-la búsqueda de ideales y de modelos a imitar en la juventud, contra la frustación o renuncia a esos ideales en la vida adulta,
-lo bueno de arriesgar contra lo malo de conformarse, y al revés,
-las relaciones entre padres e hijos ("no existe nada parecido a un padre bueno, pues el papel de padre es malo en sí mismo", llega a decirse),
-las libertades que anhelan (o anhelamos) contra las que les son impuestas (o nos imponen),
-y la ética y el pensamiento del prójimo contra el egocentrismo, entre otros temas.
Y todo bajo una atmósfera atosigante: el calor nos aplasta y se pega al cuerpo, el frío nos incomoda.
Uno de esos libros (pocos) que me llevaría a una isla desierta.
hace 2 años
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