La poesía de Herta Müller surge sin duda del mismo venero que su prosa: la conciencia de liberar lo espontáneo de la imaginación para superar el daño producido por la visión ideológica, aquella que conoce de antemano su camino y somete la realidad y su lenguaje a un recorrido unívoco donde la anomalía y la sorpresa, el azar y lo fantástico, son crímenes contra la santa autoridad dictada. Sus poemas –que aquí se reproducen de acuerdo a su edición original- son distintos de los habituales en los libros de poesía. Son poemas collage que, cual puzzle imantado de significaciones que se atraen y sobrepasan, dejan en el lector la duda de si se juega con él al recorrido azaroso del poema moderno o la inquietud de la búsqueda de un significado que se presiente revelador.