Antes de que el Viejo Hollywood quedase atrás, hacia 1970, la llamada capital cinematográfica del mundo era famosa por permitirse cuatro grandes vicios: el sexo, la bebida, las drogas y el divorcio. Después, cuando los conglomerados llegaron con su fría informatización y convirtieron los estudios en pueblos fantasma, Hollywood siguió disfrutando del escándalo de sus estrellas. En todos esos años, muchas personalidades del star system han sucumbido a unas vidas extravagantes, a unas costumbres perjudiciales, a unos egos colosales, a unas resacas descomunales y a unas actitudes idiosincráticas. ¿Quiénes fueron los actores más escandalosos en la era dorada de Hollywood? ¿Errol Flynn... Elizabeth Taylor... Robert Mitchum...? Los tres fueron grandes estrellas con un tremendo potencial de seducción, y los tres respondieron a lo que el público esperaba, quería y con frecuencia “exigía” de sus ídolos del cine: unas vidas disipadas, un desprecio de las convenciones, un exceso de rabietas, comportamiento de divos, exigencias caprichosas... Pero la lista admite mucho más nombres: John Barrymore, Marlene Dietrich, Steve McQueen, Tallulah Bankhead ... Lo mejor de este libro es, sin duda, la mirada de entomólogo con que el autor observa las peripecias vitales de una serie de estrellas que consiguieron vivir más deprisa que sus contemporáneos en el mundo del espectáculo, y que lo hicieron, en la mayoría de los casos, gracias a su insaciable apetito de, entre otras cosas, poder, sexo y sustancias ilegales. Dioses que un día penetraron en la complicada red de Hollywood y encontraron la forma de sobrevivir: convertirse en monstruos.