Por un espacio real como los sueños avanzan un hombre y su sombra; una sombra mutante que es puerta, lobo feroz, insecto, negativo de sí, cuervo negro, conejo blanco. La sombra habla, y por el resquicio mínimo que existe entre ella y quien la proyecta se cuela el lector -salteador de intimidades- y escucha estas palabras limpias: "Haz una lista de todas las casas en las que has vivido. Añade todas las que, voluntaria o involuntariamente, has frecuentado. Incluye los colegios en los que has estado preso, los hospitales, los museos, los templos y demás lugares en los que te has sentido protegido o vulnerable, feliz o desdichado. Junta, mezcla, baraja, integra, solapa, yuxtapón, intersecta todos esos espacios y sus tiempos correspondientes con la lógica de los sueños, los cuentos maravillosos, el delirio, la poesía, el teatro, la arquitectura efímera... Puebla esa metacasa perversa y polimorfa con todas las personas (vivas o muertas, reales o imaginarias) que han significado algo para ti... Esas son las instrucciones de uso del purgatorio". En las estancias abarrotadas de experiencias de esta macrocasa sumatoria que es el purgatorio asistimos a la expiación de una vida. Sobrecogedor. El Cuarto Purgatorio es la segunda parte de una trilogía que se completa con El Libro del Infierno y el Árbol del Paraíso.