La crítica literaria determina, en ocasiones, nuestra forma de leer, la manera de acercarnos a los libros. Marcada por las condiciones materiales, culturales, por el paradigma correspondiente, por su tiempo, ejerce una influencia notable entre los lectores. De la misma forma que no leemos igual una obra siendo jóvenes o mayores, antes o después de una guerra, enamorados o recién separados, tampoco la crítica literaria es indiferente a su situación, a su ser en el mundo. Citemos, con discreción, a Marx: «Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante». Publicado en 1992, David Lodge escribió un libro imprescindible, un texto básico para todos aquellos que deseen conocer los mecanismos internos, la tramoya, de la ficción literaria.