Cuando la compré en la librería, pensé que iba a ser una novela del holocausto más. Muy pronto me di cuenta de mi error. Es el Diario íntimo de una joven que está en su esplendor. Una chica jovial, alegre, con ganas de vivir; que estudia, que es solidaria, y que no pierde la esperanza y la confianza en los demás. Su pequeño pecado es ser judía en la Francia de Vichy. Poco a poco, el terror y el horror la irán acotando: dificultando su sensatez y su rutina. Lo dicho, una narración tremendamente terrible. Y muy, muy conmovedora.

Algunos pensarán que es otro libro más del nazismo, pensarán otra Anna Frank... Cada história al igual que cada persona, aunque parta de un hecho común, es un mundo y como tal hay que valorarla. La historia de Hélèn es pura sensibilidad, pero sobretodo destaca por la consciencia que muestra sobre ella misma y lo que le rodea y acontece a su alrededor, la imposición de la estrella amarilla, las redadas de amigos y vecinos, las restricciones..., ella a diferencia de Anna contaba con más edad e intentó seguir haciendo su vida, sin vivir oculta. Es un relato que cuando lo terminas te deja un sin sabor, una amargura por lo que pudo ser y no fue, por ella y por el resto de personas que perecieron de forma injustificada en los campos de concentración y que podrían haber tenido un futuro brillante, o simplemente, una vida. Es es el relato del horror de la guerra. Como describe a razón de un soldado alemán, pero bien que puede aplicarse a cualquiera que participe de la guerra; llega un punto en el que el deber se confunde con la conciencia. Muy recomendable

Hélène se muestra en el incio del Diario como una joven que intenta vivir su vida pese a los boches que ocupan su país. Después, la cruz amarilla, las deportaciones... la llevaron a reflexionar con una hondura admirable sobre el inconcebible horror que se enseñoreaba entonces de Europa. Su testimonio sobre el dolor que causan unos hombres a otros tiene un valor universal y merece muchas ediciones en el futuro. No se lo pierdan.