Es lugar común que el Quijote es la obra más grande nuestras letras y Cervantes nuestro máximo autor. Lo primero bien puede ser cierto; lo segundo lo sería si no hubiera existido Quevedo. Don Francisco ha sido el Mago de la lengua castellana, el que ha dominado un vocabulario más extenso y ha sabido combinarlo con una maestría inigualable en prosa, verso y todo tipo de géneros: desde poemas metafísicos a otros reveladores de sus angustias más íntimas, de coplillas satíricas al más profundo lirismo. Sólo él pudo ser el mejor en describir la decadencia del Imperio Español en un solo soneto (Miré los muros de la patria mía / si un tiempo fuertes ya desmoronados...) y, a la vez, componer el soneto de amor más desaforado que quizá se haya escrito (Cerrar podrá mis ojos la postrera / sombra que me llevare el blanco día /... / serán ceniza, más tendrá sentido / polvo serán, mas polvo enamorado). Polvo enamorado. Lo más.
hace 16 años