Existe una diferencia significativa entre lo que queremos contar, lo que finalmente contamos y lo que otros dicen sobre lo que hemos contado. Porque Shuggie Bain no es una novela sobre Shuggie Bain ni sobre una sociedad industrial en crisis o moribunda, es un relato sobre la autodestrucción -a ratos inducida- de un ser humano.
Desde un punto de vista literario, el retrato de Agnes y de sus adicciones no tiene peros, es brillante y demuestra nuestra enorme capacidad para hacernos y hacer daño, porque la vida de Agnes es una pesadilla no solo para ella misma, sino también para sus hijos, sobre todo para Shuggie.
Pero Agnes no es la parte que explica el todo. La decrepitud de una antigua colonia minera, el de Glasgow o el colapso de Escocia no se reflejan en las calamidades de Agnes, sino que forman parte de la promoción comercial de la novela y no de su realidad literaria. Del mismo modo, hacer de Shuggie un héroe o un mártir, darle un protagonismo o una trascendencia que no tiene, es contar algo ajeno a la novela. En la oscuridad total de Agnes, Shuggie sólo es una sombra.
Si me preguntan si el libro es recomendable, respondo que sí. En algunos puntos, denso, en otros, debido a la catadura moral de los personajes de un mundo en ruina y a sus estrategias de supervivencia, esperpéntico, pero en ningún caso hará de Shuggie un icono ni un imprescindible de la novela actual. (Jorge Juan Trujillo, 16 de marzo de 2022)