Cuando regresó a Kabul por primera vez después de veinte años, Atiq descubrió una ciudad y un país destruidos por la guerra. Los fotografió y los escribió. El regreso imaginario es el libro que hizo con esas imágenes y esos textos. Las fotos, con efectos velados, dejan distinguir extraordinariamente bien la tristeza y la nostalgia que se amparan del viajero cuyo pasado y presente se entrelazan cruelmente. El texto, a la vez lírico y lapidario, enfrenta a dos personajes que son, de hecho, el mismo. El que se fue y regresa y el que se quedó. Describe su diálogo imposible trenzando sus voces que se oponen y se responden en una reconciliación que no tendrá lugar.