Lamentablemente pasa lo mismo que con "La verdad sobre el caso Harry Quebert": Consigue atraparte y engancharte por su buen desarrollo, por sus buenas tramas... pero al final, por querer tensar tanto la cuerda y rizar tanto el rizo, se precipita y se despeña hacia la nada. Jöel Dicker ha intentado esta vez apartarse del "pseudothriller", para centrarse en las relaciones personales o de familia. Su resultado es un flojete bestseller americanado y entretenido que se venderá como churros; pero que no llenará a los que buscamos en la literatura autenticidad y realismo. Si rascas sacas la obviedad: Su Marcus Goldman está todavía muy lejos del Nathan Zuckerman de Philip Roth, o del Frank Bascombe de Richard Ford. A pesar de ello quiero dejar un mensaje positivo: Su fórmula tan simple y adictiva atrae lectores poco habituales que suelen leer muy poco o apenas nada. Si muchos despiertan así el gusanillo, y se acercan más a los libros, me parece que su labor debe ser por lo menos valorada.
hace 7 años