Absorbente, extraordinaria, o espectacular, son algunos de los adjetivos que podrían definir la última novela del que ya podemos calificar como maestro del suspense, Donato Carrisi. Dos son los protagonistas del libro, por un lado Marcus, que es un penitenciario, misterioso y anónimo personaje que investiga crímenes relacionados con el mal, del que es capaz de percibir sus signos, sus “anomalías”. Por otro lado encontramos a Sandra Vega, policía, pero con un trabajo muy particular, es fotógrafa forense, de las primeras en llegar al lugar donde se produce un crimen. Cuando se empiezan a producir una serie de asesinatos de parejas, ambos personajes se sumergen en una trama confusa y llena de enigmas, con un asesino implacable y difícil de atrapar, envuelto en extrañas circunstancias: quién lo protege, qué pasado oculta, qué altas instancias se están inmiscuyendo en la investigación… Con muchos otros personajes en escena, en la narración se alternan capítulos con los descubrimientos de Marcus y Sandra, lo que mantiene la tensión e intriga hasta el final, cuando tendrán que aunar fuerzas si quieren ganar la batalla y desenmascarar al culpable. El autor se ha documentado profusa y profundamente y mezcla de manera soberbia ficción y realidad, pues ¿quién diría, por poner un ejemplo, que realmente existe una Penitenciaría Apostólica o un Archivo con los peores pecados, antes de leer el libro? Excelentemente ambientada en Roma, la novela nos muestra una parte de sus misterios y leyendas, de su historia, sus páginas hacen que el lector se encariñe con la llamada Ciudad Eterna. No es exagerado decir que esta probablemente sea la mejor novela de Carrisi hasta el momento, un thriller en toda regla, adictivo y apasionante, que tiene al lector en vilo durante toda su lectura. Imprescindible para los amantes del suspense. (Esther Rodríguez, 6 de abril de 2016)
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