Días aún más extraños responde a mi necesidad de no hurgar más en lo entonces publicado, y también al confuso estado de mi mente a día de hoy. Bajo este título agrupo una serie de artículos publicados en el diario El País y dos ficciones frustradas, anticipadas por una carta imaginaria a mi buen amigo y mejor escritor, Rodrigo Fresán: "La ficción precisa de entusiasmo, de un rigor y de un talento, que ya no tengo, que nunca tuve, en realidad. Por eso ahora me dedico al cine porque un mal escritor vive mejor del cine que de la literatura y además conoce a más gente. Todo esto no tendría mayor importancia si uno no se fuera derrumbando con los años. De niños éramos más fuertes, me dijo Rodrigo(…) Efectivamente de niños éramos más fuertes y ahora estamos pagando ese esfuerzo. (…)En este extraño resorte al borde de una playa oscura de un mar oscuro se mezclan asombrosamente bien la felicidad y la derrota. Y los turistas, somos turistas, a qué negarlo, nos ponemos el bañador como si tal cosa antes que lanzarnos a la enésima piscina. Pero esta piscina de ahora no es la piscina de la infancia, querido Fresán. Ni esta escritura es la atolondrada escritura de la juventud cuando aún teníamos esperanzas de ser los escritores que leíamos, en lugar de los escritores que somos".