Si "Un descenso al Maelstrom", el relato de Edgar Allan Poe evocado por uno de los personajes de esta novela, describe el mítico remolino gigante de las costas escandinavas, De mar y de muerte aborda el descenso a un abismo bien distinto: el de las personas sometidas a los límites de la resistencia física y psicológica. Un grupo de polizones se agazapa en la bodega de un mercante, en algún puerto de África. Años después, unos amigos se disponen a disfrutar de un fin de semana navegando. Lejanas en el espacio y en el tiempo, estas dos historias comienzan a confluir y ponen así en marcha la eficaz estructura de un drama que nos atrapa y nos arrastra hacia lo más recóndito de la condición humana. Reflexión, también, sobre la amistad, el amor y la lealtad, con el océano vasto y vacío como telón de fondo conradiano que resalta cada escena y cada palabra, De mar y de muerte posee la característica definitoria de la mejor literatura: esa capacidad para nunca dejarnos indiferentes y de perdurar en nosotros mucho tiempo después de haber leído la última página.