Cada una de las narraciones que componen este libro son una pulida y perfecta obra de arte. La imaginación amplia de Dunsany se manifiesta aquí de una manera asombrosa. "Poltarnees, la que mira al mar" y "Días de ocio en el País del Yann" son sencillamente espectaculares; el primero basa su argumento en el amor y la fascinación de Dunsany hacia el mar, hacia la magia, a la nostalgia, a la noche, a las danzas y sobre todo a la enorme capacidad de asombro vista desde un ángulo fantástico. En el segundo relato, el poético recorrido de un navío sobre el río Yann, va describiendo deliciosamente las fantásticas ciudades y sus habitantes a lo largo de la travesía onírica. "Blagdaross" abunda en ternura e ingenio. "Carcasona" prefigura un tipo de relato que Lovecraft y Bierce desarrollarían felizmente a su vez. "En donde suben y bajan las mareas" es un relato inquietante, relato que sólo la mente de Dunsany ha podido imaginar: Un hombre cree haber cometido un pecado inconcebible, sin embargo no lo recuerda; al morir arrojan su cuerpo a un río infecto, fangoso, en el cuál las sucias olas sacuden a su antojo. Pasa el tiempo y nadie le da entierro cristiano (debido al ominoso pecado) y pasan así los años, y Londres cambia, pero unos hombres encapuchados se encargan de generación en generación, y a través de los años, a colocar su cuerpo en el borde del río de barro, junto al reflujo mugriento. El final es bellísimo. "Bethmoora", "La ciudad ociosa" "La espada y el ídolo" también son relatos magníficos, repletos de elementos mágicos. Dunsany ha sido uno de los grandes escritores del género fantástico, sino el mejor.
hace 8 años