En el otoño de 1974, mientras los olmos desnudos ofrecían su intimidad a las ágiles manos de una brisa nocturna y la luna ungía con la tibia claridad de su misterio la profundidad de la noche, Nicolás Seyner soñó por primera vez el mar. Jamás había visto el intenso añil de los océanos, ni la arena suave y blanca concebida por el combate inmemorial de la tierra contra el agua. No conocía el mar, pero la espuma de su imaginación salpicó las orillas difusas de la realidad. Con estas palabras comienza El soñador de naufragios, uno de los relatos incluidos en Crónicas de lo imposible. Por sus páginas desfilan argumentos y personajes inverosímiles sumergidos en una trama cuyo desenlace sorprende y estremece. Adentrarse en la atmósfera de estas narraciones, de delicada prosa poética, asegura una sugestiva y emocionante experiencia en la que el lector descubrirá unos relatos tiernos y feroces, unas historias profundamente humanas y francamente divertidas.