La aparición de un nuevo libro de Sánchez Ferlosio es siempre un acontecimiento literario de primer orden. «El más grande escritor vivo en lengua castellana», proclama la faja que adorna al volumen. Aunque alguno lo discuta —¡siempre estos juicios valorativos son tan subjetivos!—, la realidad es que en estos momentos probablemente solo en el caso de Ferlosio pueda realizarse tal sobrada sin que parezca algo gratuito. En esta ocasión, lo de «nuevo» es matizable: solo la primera de las cuatro secciones que presenta el libro —y un epílogo— se encontraba aún inédito, mientras que las otras tres beben de publicaciones anteriores en libro y en prensa. Pero sí lo es en el formato escogido, el de los «pecios», el texto breve, aforístico en ocasiones. Sorprende esta colección de pequeñas perlas en un autor tan dado a la hipotaxis —ferlosiana, se conoce ya— como este. Al cercado absoluto de un argumento a base de oraciones subordinadas y más subordinadas que van perfilando y definiendo en su exactitud lo que quiere transmitir. Una prosa fantástica, producto de un verdadero grande de las letras, pero que en muchas ocasiones ha provocado que Sánchez Ferlosio sea uno de esos autores más comprados que leídos, con la función de dar fuste a las estanterías de la casa. Campo de retamas es quizás el libro que pueda redimir al Ferlosio ensayista en este sentido. Los que ya le apreciábamos encontramos aquí, en pequeñas y muy gratas píldoras, sus temas recurrentes —la guerra, la cohesión social, el sustrato cultural e ideológico presente en las palabras, el deporte y la sociedad de consumo y ocio...—, aderezados en muchas ocasiones de humor y de juego. Y los que nunca se atrevieron a leerle en serio, tienen ahora una ocasión inmejorable para degustarlo a pequeños sorbos. Merece la pena: no sé si será «el más grande escritor vivo en lengua castellana», pero sí es probablemente el único que pudiera aspirar a tal pedestal. Aunque a él mismo, probablemente, le haya desagradado tal aserto, y no una, sino varias veces nos advierta en Campo de retamas que no le tomemos mucho en serio. (Carlos Cruz, 20 de abril de 2015)
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