Aborda el conflicto de una mujer maltratada. Enamorada de su marido, golpeada por el desamor los celos y la traición, Prudencia está perdida en su laberinto. Una encrucijada de sentimientos por los que deambula pidiendo una ayuda que no llega, porque nadie puede escucharla. Su mundo se hace cada vez más reducido, sin darse cuenta, renuncia poco ap oco a su propia identidad, hasta quedar convertida en un ser construido por otros. Pero Prudencia no lo sabe. Prudencia se somete, acata, obedece, sin rebelarse contra su inevitable destrucción. Su único acto de rebeldía será la huida. Huir, después de realizar un recorrido por su pasado. Un viaje interior en el que se encontrará con el amor y la incomprensión, la pasión y la infidelidad, la soledad, el llanto, la risa y la muerte. Huir, tras encontrarse con las decisiones que debería haber tomado, con las que tomaron los demás, con el vacío de la verdad transformada en mentira. Prudencia huye con la certeza de que nadie entiende su marcha. No hay tiempo para el regreso. Volver la mirada es también detenerse, es también conceder un respiro. No hay tiempo para el respiro. Prudencia huye, a pesar de las voces que intentan retenerla. No hay tiempo para volver la mirada.