Me apetecía leer esta novela para recordar mis tiempos universitarios ya que los protagonistas son estudiantes de una residencia que afrontan su primer año en la facultad con mucha ilusión y expectativas de conocer cosas nuevas. Y es que no es para menos, porque es una época que te marca para el resto de tu vida, enfrentándote a cambios, retos, miedos, dudas y surgen nuevas amistades. Personalmente tuve esa experiencia durante un año que estuve en Estados Unidos cursando estudios de educación, inglés y nuevas tecnologías, también dando clases de español y haciendo traducciones literarias en la universidad, donde estuve alojado en una residencia del campus; fue justo después de terminar mis estudios de magisterio en España. La viví con intensidad y muchas ganas de aprender, siempre digo que fue una de las mejores experiencias de mi vida. Es lógico que haya vivido cosas parecidas a las que se cuentan en la novela, contada con mucho realismo, si hasta había un lago al lado de mi residencia donde pasear, como se describe en la trama. Pero también salen hechos increíbles, que por inverosímiles que parezcan ocurren en la realidad, de hecho hay cosas que parece que no cambian nunca. Es un libro fresco, ameno, que te engancha y sus más de 500 páginas se leen rápido; no solo habla de un grupo de jóvenes con las hormonas desatadas, sino que pone encima de la mesa temas tan candentes como la bulimia, la xenofobia, las drogas o las redes sociales. Precisamente esa es la principal diferencia de esta novela actual con mi experiencia universitaria, que antes no había redes sociales, ni se estaba tan pendiente del móvil. No había Skype ni Twitter, donde se difunden cosas tremendas que afectarán al ritmo de vida de algunos personajes. Pero las redes tienen sus cosas buenas, sorpresas incluidas, si se hace un buen uso de ellas. ¿No es bonito despertarte una mañana y encontrarte en tu cuenta un tuit de alguien que le gustas y que te dice “Te quiero”?
hace 2 años