ROMEO MUERTO

ROMEO MUERTO SEQUEIROS

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Resumen

Preludia la orquesta, la batuta del dios muerto silencia el patio. Da comienzo la Semana de Pasión en la ciudad expresionista, decadente, libidinosa y mórbida de La Mala Pena. Los tejados antiguos muerden la losa del cielo negro. Las cofradías se arrastran por las calles bajo la lluvia de orujo que parpadea. Los críos juegan en el cementerio, el único lugar que permiten los adultos. Y en el osario de las lápidas, se da sepultura a la Mamá Grande, antigua gobernanta, dulcísima madrastra de esta ciudad consagrada a la transgresión y al desamparo. En algunos barrios se asientan locales de ludibrio y vergüenza, purgatorios recreativos como El Seno Picudo, de donde entran y salen, a deshoras, extraviados personajes obligados a apaciguar su feroz apetito. En la televisión, el Noticiero Crepuscular relata que la investigación de varios homicidios quizá conduzca a un conocido fenómeno de circo que actúa como un asesino en serie. Como un lector que mira desde las viñetas un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir, así mira aquella masa de edificios prohibidos quien podría ser protagonista de esta extraña historia. Lo hace desde la ventana del hotel desvencijado que custodia, un hotel repleto de escombros e infinitos pasillos, recorrido por espectros que relamen su sombra y su sufrimiento. Hablamos de Romeo, conserje alcoholizado. Sin embargo, en este escenario poblado de nazarenos macilentos, pederastas, tullidos, pirómanos, enanos volatineros y profanadores de cadáveres, debe abrirse paso también un infalible detective, una gloria local enfundada en una máscara de cuero: es católico, es masoquista, tiene un chocho y se llama Ambigú. Tras más de veinte años de elaboración, llega la obra maestra de Sequeiros. Un álbum gráfico espectacular y gigantesco, lleno de sueños muertos que se pudren en sus propios sueños con el cuidado de un orfebre demente y acabados de lujo.