El sueño de vivir ininterrumpidamente que acompaña a la especie humana impregna las páginas de «Los inmortales«, la nueva novela del escritor aragonés Manuel Vilas, que se declara un «enamorado de la vida» y, por ende, enemigo acérrimo de la muerte, a la que ve como «un parón que nadie entiende».
Esta obra, publicada por Alfaguara y que el propio autor define como «humorística» e «imaginativa», está escrita «desde un gran amor a la vida y desde la canallada de sabernos mortales», dice Vilas en una entrevista con Efe.
La trama se desarrolla en el año 22011, sí el 22011, en la ‘Galaxia Shakespeare’, donde el jefe supremo de Arqueología Terrestre y de Inteligencia Histórica descubre un manuscrito que revela que sus antepasados en la Tierra tenían «vidas minúsculas» y eran mortales.
La novela es una parodia por la que desfilan numerosos personajes históricos que Vilas convierte en «fantasmas parlanchines», empezando por su protagonista, un tal Saavedra, que se cree la reencarnación de Miguel de Cervantes.
Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) siente una gran admiración por Cervantes porque considera un «misterio» que una persona que sufrió tanto en la vida, tuviera una mirada «lúdica, tolerante, generosa, indulgente y cándida con el ser humano».
El autor dice que utilizó en su novela el «viejo recurso del manuscrito encontrado» para enfrentar a los personajes inmortales de la ‘Galaxia Shakespeare’ con los de la ‘Galaxia Cervantes’.
Por sus 214 páginas pasan personajes como un comunista que trata de entender el enigma de las dos Españas viendo dos películas a la vez en otros tantos televisores (‘El día de la bestia’ y ‘Los lunes al sol’) o el Papa Juan Pablo II, «Ponti», como le llama su compañera de viaje, ‘Mother T’, es decir la Madre Teresa de Calcuta.
A ‘Ponti’ le «entusiasman» los electrodomésticos, los neumáticos relucientes o los supermercados, como un «recordatorio» de que hoy en día «nadamos en la abundancia material» cuando hace 50 años «vivíamos en la pobreza», dice.
A Vilas, que también aparece en su propia novela, la inmortalidad de la obra de un escritor no le convence.
Lo que ahora quieren los escritores es «vivir muchísimos años y a ser posible no morirse nunca porque la literatura que yo practico nace de la vitalidad, del amor a la vida, de que no queremos irnos nunca de este mundo», afirma. «Cambio -ofrece- la inmortalidad de la obra por la inmortalidad de la persona».
Para Vilas, «ahora estamos en el momento de la longevidad que es un concepto nuevo».
De hecho, afirma, la esperanza de vida se ha incrementado en los últimos 40 años y, a medida que avance la Ciencia, podremos llegar hasta los 140 años e incluso más, aunque Vilas dice con pesar que eso él no lo verá porque «hemos nacido demasiado pronto».
En cualquier caso, aborrece de las teorías de la destrucción de la Tierra y se declara «optimista» y convencido de que el ser humano «alcanzará alguna forma de inmortalidad» y acabará colonizando el Universo y descubrirá el origen de la vida.
Como narrador y poeta, Vilas ha cultivado la «poesía de lo material» en su obra -como lo hizo Pablo Neruda, recuerda- con referencias a las ciudades y sus McDonalds, porque, en su opinión, la «poesía siempre ha estado conectada con la realidad».
«La poesía casa con todo», afirma, y hay «ejemplos ilustres» como Thomas S. Elliott, premio Nobel de Literatura, un poeta «que era un buen banquero». Y hay «sacerdotes poetas, los hay juerguistas, criminales, poetas comunistas, fascistas y poetas de todas las clases. Es una especie de querida que sienta bien a cualquiera», afirma entre risas.
De vuelta a la inmortalidad, Vilas expresa que, aparte de él mismo, le gustaría compartir esa condición con el escritor Frank Kafka y los cantantes estadounidense Elvis Presley, de quien se declara fan, y Johnny Cash.
La entrevista concluye y el entrevistado le dedica el libro al entrevistador, ¡cómo no!, con un «abrazo inmortal».
Zaragoza, 19 ene (Enrique Merino / EFE)