En ocasiones el título de un libro concentra tan alto grado de valor simbólico que se convierte en espejo y referencia de su tiempo. Esto ocurre con Matar poetas, verbo y sustantivo que, dolorosamente unidos, devienen en una sacudida. Rápidamente comprendemos que el autor dice poetas pero está nombrando también cualquier forma de arte, de creación, de cultura, y reivindicando la conciencia ética y estética en una época convulsa. Sin embargo, estamos ante un libro perturbadoramente íntimo y de alta pureza lírica. Matarpoetas es un poemario sorprendente por la potencia creativa que atesora, por la rotundidad de su expresión, por la desnuda sinceridad con que se nos muestra su autor. Y lo es también en su forma, en la originalidad de esos pares de poemas contrapuestos y, a la vez, complementarios, como las dos caras del dios Jano. La capacidad de Cobos Wilkins para la creación de imágenes poéticas que nos dejan en el vértigo mismo de nuestros precipicios, se alía en este libro, de manera inesperada, a un lenguaje a veces pulcramente científico, aséptico, que, por contraste con la palabra iluminada por una belleza inquietante, aún potencia más la comunión con el lector.