Todas las ciudades perdidas tienen una puerta secreta. En Cáceres, la puerta es amplia, sin misterios. La ciudad se abre al visitante en forma de arco ensanchado. Se hizo así para que pudieran pasar los carros. Detrás, el adarve, y más allá, Santa María. Al otro lado, la plaza mayor, con su bullicio de tiendas y coches. Solo una estrella avisa de que nada es lo que parece. Lo más oculto y secreto se guarda a la vista de todos. Un Soldado fanfarrón, un Poeta, la Muerte, la Vejez y la Hermosura abandonan sus máscaras y nos siguen contando, nos muestran sus exempla, la esencia misma del teatro.