Es un libro precioso, que no contiene palabras, sólo imágenes en blanco y negro. Masereel fue un artista destacado en el campo de la xilografía y actualmente admirado en el mundo del cómic, en el que se le considera precursor de la novela gráfica. Las imágenes las realizó con grabados en madera y, aunque me encantaría verlas a mayor tamaño, son una maravilla. Ellas son las protagonistas, son potentes y hablan por sí mismas, pues no se echa de menos el texto.
Ambientada en una ciudad industrial cualquiera del momento (1925), nos muestra escenas de la vida cotidiana y otras no tan cotidianas. La masificación, las fábricas, el humo, las calles, los lugares de trabajo, escenas de amor y de muerte, de violencia, de día y de noche, de ocio… Todo se encuentra enmarcado en un tono de denuncia contra las desigualdades sociales, vemos la clase pudiente con sus diversiones y la clase obrera con sus miserias, y muchos otros secretos que se esconden en cada página. Cada ilustración nos cuenta una historia llena de múltiples detalles. Una pequeña obra de arte para disfrutar de su “visionado” una y otra vez. La edición de Nórdica, como siempre, excelente.