Desde la publicación de su primer libro de poemas, El mar es una tarde con campanas (1965), hasta A palo seco (2007), son ya quince las obras que Antonio Hernández ha publicado y que se recogen en los dos volúmenes de Insurgencias. Por vez primera, el lector podrá abordar la integridad de la obra poética de Hernández, seguir el hilo del desarrollo y la metamorfosis del conjunto de su poesía, al mismo tiempo siempre fiel a su intransferible personalidad poética. La crítica suele situar la poesía de Hernández como parte del grupo del 60, una generación heterogénea considerada como bisagra entre los poetas del 50 y los novísimos, y a la que los teóricos no han conseguido otorgar un espacio suficientemente definido. Sin embargo, más allá de las categorías críticas de corte historiográfico, la voz de Antonio Hernández ha encontrado su propio y definido espacio en la diversidad del panorama poético contemporáneo. El espacio de una voz tanto indagativa como lírica, asentada en un profundo conocimiento de las formas y los ritmos, arriesgada tanto en su pulsión existencial como ética y en su valoración constante de la vibración moral y estética del lenguaje.