“Un bello rostro es quizá el único lugar en el cual haya de veras silencio. Mientras que el carácter marca el rostro de palabras no dichas y de intenciones que permanecen incumplidas, la belleza humana abre el rostro al silencio. Pero el silencio –que aquí sucede– no es simplemente suspensión del discurso, sino silencio de la palabra misma, el devenir visible de la palabra: idea del lenguaje. Por esto, en el silencio del rostro el hombre está verdaderamente en casa.”