Copleston cierra su monumental análisis del pensamiento occidental con una mirada sobre la filosofía contemporánea que sorprende por la sagacidad de su visión. El pensamiento se ha escindido en dos campos de trabajo separados, con preguntas, objetivos y metodologías distintas. En el mundo anglosajón prima el análisis del lenguaje como base de las especulaciones éticas y políticas; en el continente es el momento de las filosofías sociales, la búsqueda de sentido del existencialismo, y los conflictos entre el poder y el individuo que prefiguran la postmodernidad.